Érase una vez, una linda cerdita llamada Paulinchen fue dejada sola por su madre, quien la rechazó. Afortunadamente, una compasiva Rhodesian Ridgeback de ocho años llamada Katjinga vino a rescatarla y se convirtió en su madre sustituta. A pesar de ser un enorme perro de granja, Katjinga inundó al pequeño cerdito de amor y afecto que hacía que pareciera que estaban emparentados por sangre. Cuando la encontraron, Paulinchen estaba al borde de la muerte, pero el tierno cuidado y el amor de su madre adoptiva la salvaron de una perdición segura. Ahora, el cerdito barrigudo de dos semanas está bien bajo la atenta y atenta mirada de Katjinga.
La conexión amorosa entre un cerdito joven y su madre adoptiva es una expresión conmovedora de afecto maternal. Las adorables fotos demuestran cómo el cerdito, llamado Paulinchen, ha comenzado a parecerse a un perro salchicha debido a su estrecha asociación con su nuevo amigo. Las imágenes capturan los momentos conmovedores cuando Paulinchen intenta amamantar a su madre sustituta mucho más grande. Ambos animales viven en una enorme granja de 20 acres ubicada en Hoerstel, Alemania, que pertenece a Roland Adam, de 54 años, y su esposa Edit, de 44 años, que trabaja en un banco. La pareja cría cerdos vietnamitas en su granja.
No hay lugar como el hogar, especialmente para un cerdito. Roland, un promotor inmobiliario, se topó con un cerdito desprotegido que había sido abandonado por su familia una noche después de nacer. La familia de los cerditos deambulaba libremente por su propiedad, y una cerda madre había dado a luz recientemente a cinco lechones en el bosque. Roland encontró a Paulinchen, el cerdito abandonado que temblaba y estaba solo.
Cuando un lechón abandonado fue descubierto solo, el descubridor se preocupó por su seguridad. En lugar de dejar que se las arreglara solo y potencialmente convertirse en presa de los zorros, optaron por llevárselo a casa y presentárselo a su perra, Katjinga, para ver si lo aceptaba. Para su sorpresa, Katjinga recibió al cerdito como si fuera uno de sus propios cachorros, e incluso le produjo leche para que bebiera. Es obvio que Katjinga ahora considera al cerdito como su propia descendencia y está comprometida a cuidarlo. Esta historia destaca un vínculo notable y conmovedor entre dos animales muy diferentes.