Lockheed D-21: El dron espía supersónico de la era de la Guerra Fría
Durante el apogeo de la Guerra Fría, la carrera por la supremacía militar vio notables avances en la tecnología de la aviación. Una de esas innovaciones fue el Lockheed D-21, un dron espía supersónico no tripulado diseñado para misiones de reconocimiento a gran altitud. Desarrollado en la década de 1960, el D-21 desempeñó un papel crucial en la recopilación de inteligencia y el seguimiento de las actividades enemigas durante un período de mayor tensión entre las superpotencias.
El Lockheed D-21, también conocido como “Tagboard”, fue desarrollado como un proyecto conjunto de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la división Skunk Works de Lockheed. El objetivo principal del D-21 era realizar un reconocimiento aéreo sobre territorios denegados u hostiles, en particular la Unión Soviética y otras naciones comunistas. Fue diseñado para complementar el avión espía U-2 existente, que enfrentaba desafíos cada vez mayores para penetrar en el espacio aéreo fuertemente defendido.
El D-21 era un dron no tripulado con un diseño elegante, con un fuselaje largo y una configuración de ala delta. Estaba propulsado por un motor turborreactor Pratt & Whitney J75-P-13, que propulsaba al dron a una velocidad máxima de Mach 3,3 (más de 2200 mph) a altitudes de hasta 95 000 pies. Esas increíbles capacidades de velocidad y altitud hicieron que fuera extremadamente difícil para las defensas enemigas interceptar o derribar el dron. La longitud del dron era de aproximadamente 43 pies y tenía una envergadura de alrededor de 19 pies. Llevaba varias cámaras y sensores, capturando imágenes de alta resolución y datos de inteligencia vital durante sus vuelos. Para mejorar su sigilo, el D-21 estaba recubierto con material absorbente de radar.
El lanzamiento del D-21 planteó importantes desafíos de ingeniería. Para alcanzar su altitud y velocidad operativas, el dron necesitaba ser lanzado desde el aire desde un avión principal. El portaaviones elegido fue el M-21, una versión modificada del A-12 Oxcart (el predecesor del SR-71 Blackbird). El M-21 llevó el dron D-21 en su espalda y lo soltó en un punto de lanzamiento designado.
Al completar su misión de reconocimiento, el regreso del D-21 fue igualmente complejo. Después de recopilar inteligencia, el dron tenía que volar sobre una ubicación predeterminada, donde su carga útil, que contenía los datos recopilados, sería expulsada y lanzada en paracaídas hacia el océano. La tripulación del M-21 luego maniobraría el avión de transporte en una inmersión pronunciada, donde el D-21 se reuniría con él en el aire, y se recuperaría en pleno vuelo utilizando un mecanismo de “cazador” especialmente diseñado.
El Lockheed D-21 fue una notable proeza de la ingeniería en su época, que superó los límites de la tecnología de la aviación y las capacidades de espionaje. No se puede subestimar su contribución a la recopilación de inteligencia valiosa durante la era de la Guerra Fría. Si bien enfrentó desafíos y finalmente vio la interrupción, su legado sigue vivo, habiendo allanado el camino para las generaciones posteriores de vehículos aéreos no tripulados y sistemas de reconocimiento. El D-21 sigue siendo un capítulo importante en la historia de la aviación y la tecnología de espionaje, destacando el ingenio y la determinación de quienes participaron en su desarrollo y despliegue.