Un perrito llamado Roger fue abandonado en una caja de cartón en pésimas condiciones. Tenía menos de dos años y estaba al borde de la muerte. Su cuerpo estaba rígido, frío y pálido, y entraba y salía del conocimiento. Desnutrido y cubierto de garrapatas, Roger ya no podía valerse por sí solo. Estaba cansado y débil, probablemente debido a abusos pasados.
Afortunadamente, un rescatista llevó a Roger a un veterinario para recibir tratamiento. Estaba demasiado débil para comer solo. Necesitaba una transfusión de sangre debido a una anemia grave. El veterinario también lo trató de sarna y le dio medicamentos para tratar los parásitos. Luego, Roger fue ingresado en el hospital para recibir atención adicional.
De forma lenta pero segura, Roger comenzó a mostrar signos de mejora. Se volvió un poco más alerta y pudo levantar la cabeza. Cada día que pasaba, Roger seguía luchando por su vida, ganándose el título de “verdadero guerrero”. A medida que recuperó sus fuerzas, también comenzó a confiar en quienes lo cuidaban.
Después de unos días, Roger pudo caminar durante una hora con su cuidador. Aunque sólo había ganado un kilo, era evidente que se estaba volviendo más fuerte. Movió la cola en agradecimiento a su salvador y, poco a poco, la tristeza de su pasado empezó a desvanecerse.
El progreso de Roger continuó y finalmente ganó cuatro kilogramos. Quienes habían seguido su historia se llenaron de alegría al ver los logros que había logrado. Pero la mejor noticia aún estaba por llegar: Roger fue adoptado.
Su madre adoptiva, María Sol, había estado siguiendo todo el camino de Roger. Ella prometió darle la mejor vida posible y estaba claro que le brindaría la amorosa familia que se merecía. Gracias a María Sol y al dedicado equipo de rescatistas, personal veterinario y veterinario, la historia de Roger tiene un final feliz.