Querida,
Recuerdo vívidamente los días en que eras pequeña, despertando cada mañana para ver tu brillante sonrisa en tu pequeña cama. Recuerdo sus pequeñas manos apretando fuertemente el cuello de su madre cada vez que la abrazaban. Recuerda tus ojos claros y curiosos que miran el mundo que te rodea. Amo cada momento contigo, aunque sea simple pero lleno de felicidad.
Con el paso del tiempo, fui creciendo con los años. Ya no eres mi bebé. Se ha convertido en una chica activa e inteligente que siempre quiere explorar el mundo que la rodea. Entiendo que estás en una edad llena de ilusión y ambición. ¡Pero no te apresures a crecer demasiado rápido, hija mía!
Déjame estar contigo más. Deja que los momentos sencillos con tus hijos sigan existiendo. Para poder seguir sosteniendo a mi hijo en mis brazos y seguir escuchando su risa feliz. Sé que tendrás que dejar los brazos de mi madre para seguir tu propio camino. Pero antes de que eso suceda, déjame estar más cerca de ti.
Los pequeños momentos que tengamos juntos hoy se convertirán en los recuerdos más bellos y preciados del mañana. Así que crece poco a poco, ¡no tengas prisa, querida! Deja que tu infancia sea completa con tu madre. Que estos años felices sean para siempre los recuerdos más hermosos en los corazones de madre e hijo.
¡Querido!