Baby Owe Masterso, originario de Missouri, EE. UU., llegó al mundo con una afección conocida como acalvaria, una anomalía increíblemente rara que resulta en la ausencia de los huesos faciales y del cráneo. Sus padres, Tom y Jessica, recibieron la desgarradora noticia de que su hijo enfrentaba dificultades casi insuperables. Incluso antes de su nacimiento, los médicos previeron una existencia peligrosa dentro del útero o una vulnerabilidad grave durante el parto, sugiriendo que se debía interrumpir el embarazo.
La condición de Owe salió a la luz durante una ecografía de 24 semanas, donde los médicos no pudieron determinar si su cerebro estaba adecuadamente protegido por su cráneo. Buscando la experiencia de un especialista en ultrasonido, Tom y Jessica recibieron noticias desalentadoras sobre el “desarrollo cerebral altamente anormal” de su bebé, aunque la condición específica seguía sin diagnosticarse. En la semana 27 de embarazo, descubrieron la devastadora verdad: Owe tenía acalvaria, una condición considerada incompatible con la supervivencia.
Sin embargo, Tom y Jessica decidieron resueltamente quedarse con su bebé, desafiando las sombrías predicciones de la comunidad médica. Contra todo pronóstico, nació su bebé, envuelto en el amor y la alegría de su familia. Jessica expresó su inquebrantable creencia en la seguridad de su hijo dentro de su útero, reconociendo su incapacidad para actuar después de su nacimiento.
Apenas un día y medio después de su llegada, a Oweп se le permitió regresar a casa, dejando a la fraternidad médica asombrada por su notable resistencia. A pesar de enfrentar infecciones de oído y un virus estomacal, Owe logró prosperar con una salud relativamente estable durante su primer año. Sin embargo, enfrentó desafíos, tuvo problemas con la movilidad y dependió de ayudas para moverse, lo que obstaculizó su gateo y su movimiento independiente.
Ahora, a la edad de cuatro años, Oweп continúa desafiando las probabilidades a pesar de su falta de cráneo y los defectos de nacimiento que lo acompañan. Su salud se mantiene relativamente estable y logra afrontar los desafíos diarios con notable determinación.
Los profesionales médicos no pueden predecir cuánto tiempo vivirá Owe, pero su familia se aferra a la esperanza y sigue siendo optimista. A lo largo de los años, Tom y Jessica han compartido periódicamente fotografías de su resiliente hijo en sus plataformas de redes sociales. Para ellos, Oweп es nada menos que un “guerrero” valiente y depositan su confianza inquebrantable en su espíritu indomable.