Kerry Haney, una devota amante de los animales y voluntaria en Don’t Bully Us Rescue en Nueva Jersey, recibió recientemente varias solicitudes de ayuda con respecto a un cachorro en apuros. El pobre animal había sido atado a un árbol y sometido a una crueldad inimaginable. Según Kerry, la bombardearon con llamadas, mensajes de texto y etiquetas en las redes sociales, todos pidiendo su ayuda para salvar al cachorro que sufría.
Kerry agregó que el perro estaba completamente inmovilizado debido a las restricciones y ni siquiera podía levantar la cabeza. Fue desalentador verlo sentado en sus propios desechos sin acceso a comida ni agua. Sin pensarlo dos veces, Kerry corrió al lugar proporcionado por las autoridades, vestida con su pijama, con la esperanza de localizar a Max y hablar con su familia para que la ayudara. A pesar de sus esfuerzos, Kerry no pudo encontrar a Max cuando llegó a la escena en medio de la noche. Decidió denunciar el asunto al Departamento de Policía del Municipio de Woolwich, quienes ya estaban manejando la situación.
Kerry mencionó que tuvieron que soportar unos días de espera en ausencia de luz antes de que las autoridades pudieran tomar las medidas necesarias para aislar al perro de su dueño. Esto sin duda tuvo un intenso impacto emocional en ellos. Finalmente, después de que pasó una semana, Max fue transportado a un refugio en el condado de Gloucester. Allí fue atendido hasta una audiencia legal el 6 de octubre, en la que se acusó legítimamente al perpetrador y se le responsabilizó por sus acciones.
Kerry decidió cuidar a Max y brindarle un hogar adoptivo ya que ella fue la persona que desempeñó un papel integral en su rescate. A pesar de las suposiciones iniciales de que podría tener tendencias agresivas, Kerry vio su verdadera naturaleza amable. Ella describió a Max como un enorme paquete de alegría atrapado dentro del cuerpo de un pequeño cachorro. Era evidente que nunca tuvo la oportunidad de disfrutar de sus días de infancia, ya que aún exudaba el mismo nivel de energía y emoción incluso a las dieciséis semanas de edad. Sin embargo, Kerry reconoció que a Max le faltaban modales y que estaban trabajando para mejorar su comportamiento.
Kerry y su familia colman a su perro de amor y atención, dándole la libertad de participar en diversas actividades y paseos tranquilos. Esto se debe a que el cachorro había pasado la mayor parte de su juventud atado. Mientras tanto, Max ha demostrado ser una criatura sociable ya que se lleva espléndidamente con otros perros y es especialmente amigable con los niños.