Después de 9 años de perder a su perro, lo vuelve a abrazar en un emotivo reencuentro.
Solo aquellos que tienen una mascota y la aman como un miembro de la familia conocen el miedo ante la idea de perderla por enfermedad, o la posibilidad de que desaparezca repentinamente.
En 2011, Maya, chihuahua de Silʋia, residente en Latina, Italia, desapareció sin dejar rastro. Durante mucho tiempo, la mujer trató de llevarla a casa, pero, desafortunadamente, las búsquedas fueron en vano.
Silʋia nunca imaginó que volvería a ver a Maya.
Silʋia no podía saber si le habían robado a su perro amado o si, en las calles, le había sucedido una desgracia. Era tan frágil, tan pequeña… ¡Imagínense todos los peligros que puede correr un chihuahua deambulando por su suerte! A medida que pasaban los días, la desesperanza de la madre de Maya crecía.
A medida que la espera para saber de Maya se alargó y pasaron los años, Silʋia perdió toda esperanza. Era evidente que algo terrible había pasado y ella, para consolarse, se aferró a la idea de que el perro había encontrado un nuevo hogar.
Entonces, a principios de agosto de 2019, sucedió el milagro: se encontró al perro.
La noticia se dio a conocer por primera vez a los editores de Tgcoм24. En un reportaje narraron toda la historia y mostraron el emotivo encuentro entre el perro y su dueña.
Silʋia se sorprendió, habían pasado 9 años sin saber nada de su mascota.
Lo fascinante de esta anécdota es que el equipo del regulador ambiental Norsaa di Latina trabajó incansablemente a pesar de las dificultades logísticas de esta reunión.
La pista clave fue el chip de reconocimiento con el que estaba equipada Maya. Aunque tenía el dispositivo, el número de contacto proporcionado al momento de cargar los datos en la oficina de registros caninos ya no estaba activo después de tanto tiempo.
Con un poco de excavación, los operadores de Norsaa pudieron rastrear la nueva dirección de la mujer y llamarla de inmediato para recuperar al animal.
Cuando Silʋia escuchó que Maya aún estaba viva y se acercó a ella, se sorprendió, se alegró, pero a la vez se quedó incrédula, al menos hasta que vio que podía volver a abrazarla.
El dolor y la tristeza vividos en esos años desaparecieron en un instante, disueltos entre lágrimas y abrazos.
Ahora, el perro tiene 10 años. Ya no es la misma perra que Silʋia perdió una vez, pero el vínculo de amor entre ella y su dueño ha permanecido intacto.
Este fue un encuentro conmovedor e inesperado.
Esta es una historia que nos muestra, como a otras, que el amor por las mascotas es real y nunca se olvida.