Ha pasado bastante tiempo desde que sus dueños le presentaron a Phil a su linda hermanita. Esta vez, fue su turno de conocer a su hermanito recién nacido. Phil era un perro Malamute gigante.
A pesar de su enorme tamaño, Phil era tranquilo y pacífico. Fue el día en que su papá le permitió a Phil conocer a su hermanita. Su padre abrió la puerta de la habitación para el perro y él entró con curiosidad.
Primero, olfateó a Milo, el gato de la familia sentado en el suelo. Luego, fue al sofá de gran tamaño, donde notó una canasta nueva. Miró a su padre como si le preguntara: “¿Qué es esto?”
El papá de Phil se sentó junto a la canasta y el Malamute se subió al sofá. El propietario le presentó a Phil a la niña recién nacida, que dormía en la canasta cálida y acogedora. Phil con cuidado y lentamente puso sus patas hacia adelante sobre el regazo de su papá y se acostó cerca de la canasta como si tratara de oler al nuevo bebé.
Pronto, su papá pasó al otro lado de la canasta y Phil tuvo una mejor oportunidad de mirar al bebé. Finalmente, su papá le pidió a Phil que dijera guau, y el Malamute gigante respondió amorosamente. Sin embargo, se aseguró de no ser demasiado ruidoso para molestar al bebé dormido.
Phil trató de tocar al bebé con sus enormes patas, lo que su padre evitó rápidamente. Pensó que las garras afiladas podrían dañar al bebé. Pero el perro inteligente entendió esto y estaba feliz de mantener su nariz cerca del bebé. Mientras el perro intentaba ser amistoso con el bebé dormido, Milo prefería estar en su propio mundo.
El perro respondía con un suave aullido cada vez que los padres del recién nacido le pedían a Phil que hablara. Se sentó al lado del bebé de tal manera que lo hacía parecer un león orgulloso. Mientras el bebé dormía plácidamente, Phil esperó pacientemente a que su hermanito se despertara.